¿Fans de los Beatles?

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Año 2017, el vuelo Madrid-Dublín de cada verano a finales de junio. Unos 20 participantes dispuestos a vivir dos semanas inmersos en la cultura irlandesa, con familias locales y un plan de actividades muy completo. Hay nervios, pero también hay muchas ganas y energía.

El pueblo en el que tiene lugar el campamento está unas dos horas al norte de Dublín, así que, como el avión llegaba sobre las 9 de la noche, el plan ese año era pasar las dos primeras noches en la capital, empaparnos de la ciudad al día siguiente, y partir hacia Monaghan a una hora más adecuada para conocer a las familias.

El vuelo estaba siendo tranquilo: algunos escuchando música, otros empezando a trabar amistad, y los monitores ultimando los detalles de la visita turística del día siguiente. Teníamos todo organizado para que, nada más llegar al aeropuerto, un autobús nos estuviera esperando para llevarnos al hostal donde nos alejábamos. Pero, ¿qué clase de aventura es una en la que todo sale según lo previsto?

Tras unos 10 minutos de turbulencias leves, se abre el micrófono, y el piloto da un aviso con marcado acento irlandés. Entre el ruido del avión y la poca calidad del altavoz, lo que yo conseguí entender fue algo así como: “Blablabla full airport, blablabla Liverpool”. ¡¿Cómo?! Para asegurarme, le pregunte al pasajero irlandés que iba sentado a mi lado, y él me confirmó lo que ya me temía: ante el mal tiempo y la cantidad de aviones en el aeropuerto de Dublín, íbamos a desviarnos “un poco” de la ruta para aterrizar en la ciudad de nacimiento de los Beatles.

Tras explicárselo a los niños, y que se calmaran haciendo unas cuantas bromas sobre un interraíl aéreo, aterrizamos, y avisamos a los padres mientras esperábamos a poder despegar de nuevo. Por suerte, no hubo más incidente que llegar 2 horas más tarde de lo previsto, y tener que sustituir nuestro autobús por taxis-furgoneta que, para compensar, eran muy simpáticos, y nos dejaron poner nuestra música a todo volumen mientras recorríamos las calles de Dublín a medianoche. Nos quedamos sin conocer a los Beatles, pero todos acordamos que Liverpool había sido la primera y más emocionante excursión del viaje.

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