Sobre la marcha

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Mejor que buscar alojamiento para el día siguiente es buscarlo para el mismo día. Llegamos a Budapest en tren sin saber hacia dónde vamos a continuar pero, una vez en el andén, decido que nos vamos a quedar una noche en la ciudad. Mientras caminamos despacio hacia la salida se acercan algunos “comerciales” de alojamientos. Uno me resulta confiable y le pregunto si tiene sitio para el grupo. Éramos 10 y tiene que pensarlo un poco, negociamos el precio y pronto llegamos a un acuerdo.

Diez minutos después estamos en un tranvía bastante antiguo camino de una casa alejada del centro histórico. Las sensaciones al llegar al alojamiento fueron muy buenas para mí. Era una casa antigua, llena de objetos religiosos, con un montón de alfombras, algo oscura… pero acogedora. Era como llegar a casa de una abuela en Hungría, pero no había ninguna abuela, sólo nuestro anfitrión, un hombre de unos 60 años, muy servicial, nos explicó como funcionaba la cocina, nos dio todo tipo de indicaciones para movernos por Budapest, nos entregó mapas turísticos, nos dijo dónde estaban las tiendas, nos hizo la factura incluyendo las tasas turísticas que teníamos que pagar… La idea que nos quedó de los húngaros es que son buena gente, confiables y hospitalarios.

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