En casa de Antonio

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Cuando se buscan alojamientos particulares no hay estándares para asegurar la calidad. Nuestra primera vez en Atenas se convirtió en un recuerdo épico.

El día había sido muy largo, después de una noche en ferry llegamos a Patrás a mediodía, taxi hasta la estación de autobuses, y después de un par de horas de autobús llegamos a Atenas al final de la tarde. La estación de autobuses resultó bastante estresante, mucho calor, muchos autobuses, mucha gente, mucho humo… se estaba haciendo de noche y no teníamos confirmación de nuestro alojamiento de esa noche. Esperamos, preguntamos, llamamos por teléfono, finalmente llega la confirmación de nuestra reserva, hablo con Antonio y buscamos el transporte para llegar hasta nuestro alojamiento, primero un autobús que nos llevará hasta una parada de metro y un breve paseo por calles oscuras hasta llegar al objetivo. La casa estaba bien situada para coger transporte público, las fotos no decían gran cosa, era barata… esa fue la opción.

La casa de Antonio: Sin duda alguna el punto álgido de nuestro viaje, una experiencia difícil de olvidar y de creer. Cuando se abrió la puerta encontramos a Antonio, un tipo grande y barbudo de pelo largo, detrás del cual aparece la cocina. No recuerdo si había moscas volando, lo que es seguro es que si las hubiera habido, habrían tenido serias dificultades en aterrizar en una superficie despejada… Era la cocina más desordenada que he visto nunca: botellas vacías por todas partes (de alcohol y refrescos), restos de comida, platos sucios en la mesa, en el fregadero, encima de la cocina, bolsas de plástico, vasos con colillas, paredes grasientas, suelo pegajoso… Toda una experiencia para los sentidos.

Comimos algo de lo que nos quedaba de la última compra y Antonio nos ofreció comida que había por la cocina, lo cual daba un poco de miedo, pero parece que no había animalitos en las sardinas ni en la sandía. Me pasé unas cuantas horas de sobremesa charlando en la cocina con algunos de los huéspedes (una pareja francesa, una chica alemana y otra americana) y con Antonio, que era un anfitrión encantador, muy educado, atento, con buena conversación. Una conversación muy útil para comprender a los griegos y su situación. Sobre las dos de la mañana nos fuimos a dormir, después de haber arreglado todos los problemas del mundo.

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